Dícese de los metales cubiertos de robín u orín, vamos oxidados, que se dejan por ahí a la intemperie. El típico clavo enrobinao o las tenazas que tenía tu abuelo desde el diluvio universal, pero que seguían realizando su función. O esa bici que heredaste de la guerra civil y que siempre es de color robín.
Esto no es solo de Águilas. De siempre lo hemos dicho en la huerta de Murcia.
ResponderEliminarHola, Inma. No te lo discuto y me alegro que le eches un vistazo a mi blog, también me alegro de compartir contigo nuestra peculiar jerga. Cuando empecé este blog solo quería recordar las palabras que se decían en casa de mis abuelos y luego no he oído más, no creo que sean exclusivas de Águilas. Todo ha cambiado tanto que cada vez son más raras y me gustan más.
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